Reseña de La telaraña entre los mundos

Compartir

De vez en cuando surge la ocasión de leer una de estas novelas que en su momento fueron populares pero con el tiempo cayeron el olvido, ocultas tras la marea de novedades literarias. Sin embargo, alguien aparece en un tu vida y comenta cierta novela que leyó hace tiempo, y de repente te suelta: «Tiene un ascensor espacial, como la tuya». Y se te abren los ojos. Indagas un poco más y te das cuenta de que está disponible en la biblioteca donde trabajas, así que con un par de clics y un sello, asciende a la categoría «para leer en el autobús». Resulta ser un acierto, de modo que aquí os traigo la reseña de La telaraña entre los mundos, de Charles Sheffield.

Sinopsis de La telaraña entre los mundos

Rob Merlin, considerado el mejor ingeniero del mundo, es requerido por Régulo, el hombre más poderoso del Sistema Solar, para llevar a cabo su gran proyecto: un puente que comunique la superficie de la Tierra con el espacio. Pero Régulo sabe que Merlin es una amenaza para él y se verá obligado a tejer una red para envolver sus actos mientras Merlin se encarga de tejer una telaraña entre los mundos.

Así comienza La Telaraña entre Los Mundos, una de las novelas más conocidas de Charles Sheffield, que conjuga los estudios sobre el ascensor espacial con las magníficas ideas y especulaciones que son marca destacada del autor. Entre la trama repleta de aventuras y suspense encontraremos una ciencia ficción verosímil, poderosa, llena de sentido de la maravilla, y que se acerca también con una acerada reflexión sobre la sociedad del futuro inmediato.​

Nuestro viejo amigo, el ascensor espacial

La telaraña entre los mundos se trata de una novela de ciencia ficción dura, por lo que podemos esperar ciertas invenciones que son teóricamente posibles pero cuya tecnología todavía no ha madurado. En este caso, incluye una estructura muy querida por mí, el ascensor espacial. Maravilloso proyecto para alcanzar la órbita de los planetas sin necesidad de naves espaciales —«Los cohetes no sirven», es una de las citas más repetidas a lo largo de la novela— que ya apareció en mi novela El Señor es mi pastor y que pienso incluir en futuras obras.

El hilo conductor de la novela es la contratación de un ingeniero de puentes, Rob Merlin, para que deje de construir sobre océanos y «piense a lo grande», una estructura de inconcebibles dimensiones que permita conectar la tierra con otros mundos, aunque de momento se limite a la órbita baja de la Tierra. Su empleador es el hombre más rico del Sistema Solar, que ha hecho su fortuna en la logística, pero parece dispuesto a desmoronar su imperio de cohetes en pos de un sistema más avanzado, el ascensor espacial.

Estos dos genios mantendrán inteligentes conversaciones sobre los componentes, materiales, distancias y ritmo de construcción del ascensor espacial, que hará las delicias de los nerd de este tipo de megaestructuras. Como yo. Y da gusto leer estas explicaciones, sugerencias finalmente descartadas sobre su ubicación en el planeta Tierra, tamaño y grosor del cable, número de cabinas, capacidad de carga… Una maravilla para los frikis.

      Ciencia ficción dura, con lenguaje blando

Hace poco escribí una reseña sobre La misión Encédalo donde me quejaba del tono académico de las explicaciones científicas, y lo comparé con el tono humorístico o sarcástico que aparece en El marciano, como ya expuse en el análisis de la primera escena de El marciano. El lenguaje de La telaraña entre los mundos está a medio camino: funciona como aprendizaje pero mediante un lenguaje serio. ¿Cómo lo consigue? A través de la pasión que los personajes transmiten al exponer temas tan complejos.

Es esa pasión —que se transmite directamente desde e autor, físico e ingeniero cuyo entusiasmo es palpable— la que fomenta el aprendizaje, al igual que sucede en los institutos. El lector se emociona con el progreso porque los personajes también lo hacen, un entusiasmo que pienso utilizar para mi próxima novela, Noventa atmósferas, que también tiene como personaje titular a una ingeniera. Quiero que el lector ansíe resolver los problemas que se le plantean.

Tramas y personajes de La telaraña entre los mundos

Mención de honor al primer capítulo, que pese a ser uno de esos prólogos que preceden a la historia, consiguió engancharme para el resto de la novela. De hecho, lo leí antes de finalmente decidirme a pedirlo prestado en la biblioteca, de modo que ahí tienes la garantía de que me gustó.

La telaraña entre los mundos es una novela centrada en torno a su protagonista, Rob Merlin, y los interrogantes que su mente curiosa necesita resolver. ¿Cómo cuáles? Muy pronto nuestro ingeniero se percatará de que las extravagancias de su empleador se deben a razones íntimas y de salud, y que los demás empleados están relacionados con el pasado de Merlin, más de lo que le gustaría.

Por lo tanto, aunque la construcción del ascensor espacial sirve como nexo para los personajes, La telaraña entre los mundos cuenta con cierto componente policial —más bien de espionaje— que me mantuvo enganchado. Te hueles un poco el final, pero ciertamente no el CÓMO. Aplausos para el autor.

¿Recomiendo leer La telaraña entre los mundos?

No se trata de una obra para el público general, pero sí para quien ya haya hecho sus pinitos con la ciencia ficción. Se trata, como he mencionado, de una obra que gira en torno a la ingeniería para vincular las historias de los personajes implicados. Pese a los esfuerzos por simplificar el lenguaje, aún podría persistir cierta barrera.

Sin embargo, la sucesión de misterios y los actos para recopilar información hacen de La telaraña entre los mundos una novela amena de leer, que no pierde su ritmo ni distrae al lector con desvíos innecesarios, y que deja un buen sabor de boca cuando la terminas. Además, es autoconclusiva. Cuatro estrellas.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *