≫ Apocalipsis suave, el título perfecto para esta novela

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Interminables bosques de bambú. Policías que persiguen a los vagabundos «¡Somos nómadas!», exclaman ellos. Genocidio de extranjeros. Virus diseñados en el portátil de tu casa. Grupos paramilitares ecologistas. Estos son los componentes del mundo enloquecido de Apocalipsis suave donde cada nueva tragedia solo motiva mirar hacia otro lado para intentar seguir con tu vida. «El año que viene será mejor», te mientes. Pero no es así. No se puede escapar del fin del mundo.

Apocalipsis suave, el fin del mundo, poco a poco

Apocalipsis suave

En primer lugar, se agradece mucho que Will McIntosh no haya recurrido a la novela distópica en la que el mundo está gobernado por poderosas corporaciones o por un Estado totalitario. Funcionó muy bien como ya dije en la reseña de La chica mecánica, pero no es bueno leer siempre más de lo mismo.

De eso nada, en Apocalipsis suave todo va sobre el descontrol y la cobardía individual y colectiva, por lo que es la absoluta anarquía la causante de este futuro distópico. ¿Ley? La del más fuerte; el orden es una ilusión y el Estado del Bienestar un ente inalcanzable.

No somos vagabundos sino nómadas

La dignidad es todo lo que les queda a los pobres. Esa es la primera idea que se presenta en la novela. Un grupo de muertos de hambre vaga por la ciudad tratando de vender electricidad o chatarra a cambio de comida. No se consideran unos sintecho, sino que viajan en busca de oportunidades. Y así, cada día, se mienten a sí mismos. Porque, ¿cómo han podido acabar en la indigencia quienes fueron a la universidad? Esto tiene que ser un bache. Nada más. Pronto las cosas mejorarán y conseguiré un puesto en alguna universidad de prestigio o como ejecutivo en alguna empresa de importancia.

Mañana será otro día

Esta es una historia de supervivencia, pero los personajes no se enfrentan a enemigos crueles, obstáculos insalvables o desastres naturales. Es una historia (o conjunto de historias, como si fueran cuentos de ciencia ficción) sobre cómo seguir adelante cuando te has criado en un mundo de comodidades que poco a poco van desapareciendo. Te las arrebatan y debes madurar sin ellas. Solo cuando pasan los años y echas la vista atrás te das cuenta de lo mucho que has perdido. Y lo poco que luchaste por ello. Apocalipsis suave es una carrera al mañana. Viviendo con la mente puesta en el futuro o sintiendo nostalgia del pasado, pero siempre negando el presente.

Es horrible, mejor olvidarlo

La normalización de la catástrofe fascina y asusta al mismo tiempo. Cada nueva tragedia procura olvidarse o ignorarse, porque es el mejor método de evitar problemas. Nadie ayuda a nadie porque «algo habrá hecho para estar en esa situación». Al mismo tiempo que se gimotea porque nadie te ayuda cuando lo necesitas. Los crímenes de los que se es testigo, o los que uno mismo perpetra, impactan en un primer momento pero luego se consideran como «parte del juego». Había que hacerlo. Y con esa excusa se sigue huyendo hacia adelante. Sin mirar atrás, con la esperanza de que todo pase.

Es aquí donde se percibe los conocimientos de McIntosh en sociología, al diseñar el worldbuilding y una sociedad muy humana que acepta, aunque le disguste, todo este tipo de actuaciones. Se vive en un ambiente anárquico casi de tribu prehistórica, luchando el día a día y sin que las leyes importen nada. Valorando siempre las consecuencias económicas o vitales de las acciones, no las morales. ¿Me conviene matar a alguien? No si ellos tienen armas.

La clarividencia de Apocalipsis suave

Si algo hay que admirar a Will McIntosh es que en su Apocalipsis suave presenta un futuro inmediato de gran realismo que en ningún momento pretende ser ciencia ficción. Es de agradecer que no nos haya querido vender un escenario imposible, muy atractivo, y luego se haya olvidado de él. Algo que por desgracia ocurre mucho en la ciencia ficción. Aquí el escenario es modesto, pero su peso en la trama, abrumador. Han pasado diez, doce, veinte años. Solo eso. Y lo que vemos nos resulta familiar. Familiar e inquietante.

Apocalipsis suave es una exageración de la crisis económica de 2008, y cómo la incapacidad de solucionarla ha llevado a este futuro distópico donde poco a poco se va ampliando el abismo. Nos presenta una realidad (no tan) alternativa para los años venideros, con una destrucción del Estado del bienestar como consecuencia de una población que se niega a luchar por sus derechos, confiando en que será el gobierno quien lo arregle todo. Es una enseñanza de lo que puede ocurrir si nadie da un paso al frente cuando sea necesario. Y he de confesar que me ha cautivado mucho más de lo que había pensado en un primer momento. Entre estas páginas está un futuro posible que como he dicho, fascina y aterra.

¿Recomiendo comprar Apocalipsis suave?

Absolutamente. Se ha ganado la categoría de 5 estrellas y va directo a mis favoritos. Es, además, una novela corta que se lee con facilidad y tiene capítulos breves bien diferenciados, por lo que puedes devorarla sin problemas en el autobús o en cualquier rato muerto. Es una historia que te recomiendo. Puedes comprarlo en Lektu.

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