≫ La guerra de Calibán, más acción pero también más paja

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La Guerra de Calibán, la segunda entrega de la saga de The Expanse es exactamente eso: una continuación. Pese a que esta space opera logra subsanar algunos de los errores de la primera entrega comete algunos nuevos e insiste en uno de los viejos. Adelante con la reseña.

La guerra de Calibán: altibajos en sus personajes, y circunvalando

La guerra de Calibán

En La Guerra de Calibán el conflicto evoluciona con la aparición de una nueva amenaza en forma de monstruo/supersoldado que nadie está seguro de qué lado está. El lugar y el momento de su aparición está claramente asociado a una conspiración, ya que el mayor agrimundo de los planetas exteriores, Ganímede, queda destruido como consecuencia de su aparición y la ruptura de hostilidades entre Tierra y Marte.

Con este elemento de alta política de fondo, asistiremos a los desesperados intentos de un padre por recuperar a su hija, una niña afectada de una enfermedad que parece ser fundamental para aquellos que centran sus siniestras investigaciones en averiguar qué es y cómo puede utilizar la protomolécula alienígena. Y luego esta Venus, claro, ese planeta cuya estructura está cambiando tras el impacto de Eros sobre su superficie. Pinta bien, ¿no?

Personajes femeninos en La guerra de Calibán, al fin

La guerra de Calibán, Bobbie Draper

El gran acierto de La Guerra de Calibán es haberse percatado de que su predecesora, El despertar del Leviatán, estaba siendo una novela en masculino. Julie Mao era la Dulcinea personal de Miller y Naomi iba a ser, sí o sí, el interés amoroso de Holden. Solucionado.

Conscientes de su error, los autores nos han metido a dos personajes que están ahí para romper el Test de Bechdel. Sin lubricante ni nada. Aparecen en situaciones en las que solo ellas, por estar mejor preparadas y entrenadas que los hombres a sus alrededor, que son unos completos inútiles. Es bastante brusca su aparición pero al menos demuestra que los autores quieren enmendar errores.

Bobbie es una marine de Marte. Me recuerda mucho a Vásquez de Aliens con su equipo de combate y sus ganas de pulverizar a todo lo que se le ponga delante. Es grande (mucho), fuerte y con un obstinado sentido de la lealtad. Cumple perfectamente su función de escudero y protector y sirve al lector para familiarizarse con la política de la saga y el worldbuilding. También tiene unas cuantas frases lapidarias y momentos que arrancan una sonrisa cómplice.

Aunque si de frases lapidarias hablamos no se puede saltar al segundo personaje femenino. Avasarala es una oficial de alto rango (la tercera o cuarta) en las Naciones Unidas. Es una deslenguada. Insulta sin cesar y practica la intimidación como herramienta de negociación habitual. Tiene una curiosa obsesión con hacer las cosas en un determinado orden y, aunque no deja de quejarse sobre que todo el mundo quiere salvar su propio culo lo cierto es que ella también lo hace. Es una experta en el campo de la política. Eso incluye la hipocresía.

La trama de La guerra de Caliban es ir dando vueltas

Debieron haber hecho un mejor trabajo al planificar la novela. En una descarada obsesión por unir líneas argumentales, los autores hicieron que la tripulación del Rocinante perdiera tiempo para que las mujeres se pusieran al tanto de la trama. Eso deja algunos tramos del libro, los centrales, por supuesto, bastante llanos y carentes de emoción alguna. Eso parece estar compensado por un buen principio y un buen final, pero hubo severos momentos de cuasi-abandono. Y, sinceramente, apenas recuerdo el nombre de nadie ajeno al Rocinante. Los secundarios en La Guerra de Calibán aportan más bien poco.

Los escritores de El despertar del Leviatán se dieron cuenta de que se habían olvidado a la mitad de la humanidad. Así que añadieron a Bobbie y Avasarala. Gran acierto, mala ejecución. Share on X

Gracias a los cielos que han metido al personaje de Prax, para que al menos no parezca que están varados en el viaje espacial más largo de la historia de la literatura. Este personaje, un botánico de Ganímedes le aporta algo frescura y humanidad a lo que de otra forma sería un libro bastante monótono sobre la política internacional, las intrigas personales y las jugadas sucias para conseguir ventaja. Porque estas intrigas son bastante sosas en La guerra de Calibán.

Y como tienen que esperar a que Bobbie y Avasarala hagan su parte de la trama, los del Rocinante dan vueltas, charlan, y beben café. Mucho. Siempre. TODO EL RATO. Las naves de Marte deben tener una plantación de café en la bodega. Porque la cantidad que beben raya lo absurdo y se hace repetitivo para el lector.

Ciencia infusa

Avasarala lo resuelve todo. No hay conspiración que se le resista. Incluso aquellas de las que no ha oído hablar nunca. Tiene contactos donde debe, las traiciones apenas le afectan. ¡No se puede luchar contra ella! A pesar de que ha resultado ser mi favorita es esa clase de personaje que sabe cosas que no debería, hace avanzar la trama de La Guerra de Calibán a gritos. Con giros argumentales muy pronunciados y bruscos. Si alguien debe creer en el don de la ciencia infusa, es ella.

Buenos combates espaciales

La guerra de Calibán y The Expanse

Los villanos son de cartón piedra. Derrotados en cuatro movimientos de reina y avergonzados políticamente (que debe ser el mayor crimen que existe en este universo). Eso nos deja con los combates como lo mejor de esta novela. Son muy enérgicos, angustiosos en algunos momentos y tremendamente realistas. Los que suceden en tierra tienen cierto sabor a Dark Heresy. Los combates en el espacio recuerdan a Battlestar Galactica, con solo los sistemas para saber qué es lo que está ocurriendo en el exterior. Combates a través de una computadora que vomita datos que deben ser interpretados por los tripulantes. Muy óptimos. Contribuyen en el buen sabor de boca del final.

Que alguien le pegue un tiro a Holden, ¡ya!

Este personaje es insufrible. ¡Y es el protagonista! Es el individuo más inútil e ingenuo de toda la novela, y por alguna razón sigue vivo. Supongo que por alguna razón oculta no pueden cargárselo sin más pero es de los peores héroes que hay. Su sentido de la honradez sobrepasa la estupidez. No tiene ningún sentido de la responsabilidad.

Holden es una caricatura de la libertad de expresión. Va sembrando el mal en su cruzada personal de decir siempre la verdad. Share on X

Usa su faceta de estrella mediática para conseguir lo que cree que es correcto y pone en peligro a la gente con su paranoia de intentar-fingir-que-no-es-quien-sí-es-pero-no-quiere-ser-porque-él-no-quiere-ser-como-sí-es. Este chico se merece una somanta de hostias. A ver si así deja de pensar en la imagen que quiere dar y se centra más en lo que tiene que hacer. Salva a la Humanidad, imbécil.

¿Recomiendo leer La Guerra de Calibán?

Quizá penséis que esta novela no me ha gustado. Acertáis. No es una novela de ciencia ficción que yo recomendaría y, la verdad, no os animaré a que la leáis, da muchas vueltas y gran parte de los capítulos sobran. Sin embargo, soy de esos que se esperan más de la saga en general que de los libros en particular, por lo que seguiré leyendo la próxima entrega tras La guerra de Calibán, a ver adónde nos lleva todo esto.

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